SI PUDIERA DECIRTE LO QUE SE SIENTE, NO VALDRÍA LA PENA BAILARLO...
Isadora Duncan

jueves, 15 de noviembre de 2012

El expresionismo exaltó los sentimientos del artista que surgen de su interior. Los artistas expresan en su obra aquello que proviene de lo más profundo de su alma.



A comienzos del siglo XX reinaba en toda Europa un clima de euforia, agitación y confianza por los avances técnicos, científicos y la creencia en el progreso. Desde la teoría de la relatividad de Einstein hasta las teorías Freudianas sobre el inconsciente y la interpretación de los sueños como la aviación, el automovilismo y la radio tuvieron un fuerte impulso en este período.
Sin embargo, en esta clima de entusiasmo y confianza comenzaron a surgir artistas que revelaron la fragilidad y pequeñez del individuo en un mundo en el cual el hombre se hallaba indefenso. Idearon un arte que condujera a la liberación de los instintos, la reflexión sobre el tiempo presente y la ruptura con las formas clásicas de pensar lo artístico y lo estético. Mostraron el lado decadente de la sociedad, el contraste entre las clases sociales, la miseria y los prostíbulos, entre otras cosas.
En este contexto surge el movimiento expresionista principalmente en Alemania. Fue como un grito de horror y de desesperación ante el clima de guerra y ciertos aspectos de ese tiempo.
 en la danza, artistas de la talla de Rudolph Laban (1879 – 1958) Mary Wigman 1886-1973 ), Kurt Jooss (1901-1978 ), Harald Kreutzberg (1902-1968) y sus seguidores hicieron de este movimiento una escuela. 
La danza tradicional, vinculada al ballet clásico, fue transformada mediante una nueva estética de movimiento corporal donde no dominaba ya la métrica, el ritmo, los saltos y pasos previamente establecidos. Tanto el expresionismo en la danza como en la pintura aceptaban el lado oscuro del hombre. El ser humano ya no es “bello y estilizado”. La danza expresionista recobra el movimiento libre, una interacción más dinámica con el espacio, y la posibilidad de la auto expresión corporal. Se caracteriza por movimientos abruptos, en donde el ser humano parece quebrarse por su fragilidad y su desamparo, el cuerpo se contrae a raíz del sufrimiento (a diferencia del pecho erguido del bailarín clásico) y se abandonan las zapatillas de punta.

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